El silencio compartido ha sido un momento de recogimiento y respeto, pero también de reflexión sobre lo vivido. Porque aquel día marcó profundamente a nuestra empresa y a su gente: treinta compañeros quedaron atrapados en la fábrica, muchos perdieron vehículos o viviendas y todos afrontamos juntos la tarea titánica de reconstruir lo perdido.

La unión es nuestro mejor patrimonio

Doce meses después, la unidad de todo el equipo es lo que nos ha permitido volver a estar en marcha, más fuertes y mejor preparados para el futuro. Hoy, la planta está operativa, con nuevos equipos y procesos optimizados, pero, sobre todo, con una convicción reforzada: que la fuerza de este equipo es su mayor patrimonio.

El minuto de silencio ha recordado que, aunque la fábrica renació del barro, no debemos olvidar el coste humano que dejó tras de sí aquella riada. A quienes ya no están, y a todos los que ayudaron a salir adelante, nuestro más sincero homenaje.