Especial reconstrucción. Néstor Gil, responsable de mantenimiento: “desmontar y montar una planta entera en seis meses es mucho más complicado que empezar de cero”.
El pasado agosto, Néstor Gil Fernández cumplió diez años en nuestra planta de Albal, y el último como responsable de mantenimiento e ingeniería de procesos. Su experiencia ha sido clave para la reconstrucción. Pero más aún su actitud y su compromiso.
Él fue de las primeras personas en entrar en las instalaciones tras la evacuación de los compañeros atrapados y no puede olvidar la primera imagen que encontró: “parecía sacada de una película apocalíptica”. Pero sin banda sonora, porque el silencio era más espeso que el lodo. La desolación y la incredulidad se extendía a los compañeros que iban llegando. Entre todos, él recuerda a la colega de finanzas, preocupada porque era la responsable de pagar las nóminas ese mismo día.
Los primeros días después de la inundación, Néstor recorría a pie los cinco kilómetros que separan su casa de la planta. Sorteando barro, coches, escombros. E incluso encontrando alguna víctima en el camino.
“Lo primero fue cortar la electricidad para trabajar con seguridad. Desde entonces, el foco estuvo en las instalaciones: restablecer suministros, revisar equipos, contactar con proveedores…”. Él formaba parte del grupo de crisis y tenía las prioridades claras. Por eso, el equipo de mantenimiento que lidera apenas se ocupó de quitar lodo, pues se centró en devolver la vida a la fábrica.
El desafío fue titánico: “desmontar y montar una planta entera en menos de seis meses es mucho más complicado que empezar de cero”.
Aprovecharon cada intervención para introducir mejoras: nuevas distribuciones, actualizaciones y un replanteamiento de layouts que optimizará la producción en el futuro.
Para él, la clave de lo logrado está en las personas. “Estoy muy orgulloso de mi equipo. Han hecho cosas que nunca se habían hecho aquí: desmontar y ensamblar máquinas, limpiar depósitos o reparar sin esperar a empresas externas, porque no podían atendernos a la velocidad que necesitábamos”.
Por eso, desde la catástrofe, casi todo su equipo ha trabajado sábados, festivos y hasta en Fallas o Navidad. Porque la prioridad era clara: poner la planta en producción cuanto antes.
Ahora, la satisfacción de ver la fábrica operativa es inmensa y su mirada hacia el futuro, optimista. Espera seguir creciendo, asumir nuevos proyectos y reforzar esa unidad que, en los peores días, convirtió la adversidad en motor de recuperación.